La conexión de salud entre los supervivientes de paros cardíacos y sus seres queridos

Por Michael Merschel, American Heart Association News

Lynn (izquierda) y Kent Wiles en la casa de un vecino en diciembre de 2023. (Foto cortesía de Deborah McCracken)
Lynn (izquierda) y Kent Wiles en la casa de un vecino en diciembre de 2023. (Foto cortesía de Deborah McCracken)

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Lynn y Kent Wiles coinciden en que el día en que ella murió, y después fue resucitada, fue milagroso.

La experiencia de la pareja entonces y en los años que han transcurrido también ilustra cómo la recuperación luego de un paro cardíaco puede unir y a la vez alterar a las familias que pasan juntas por eso.

Kent, de 62 años, todavía tiene que hacer una pausa cuando vuelve a contar lo que sucedió el 31 de julio de 2020. Como Lynn y él habían salido a comprar alimentos. Como, al llegar a su casa en Albany, Oregón, él entró las primeras bolsas y luego se dio la vuelta para ayudar con el resto. Y lo que vio a continuación.

"Ahí mismo, según pasas la puerta principal, sobre la alfombra, Lynn estaba muerta. Había sufrido un paro cardiaco repentino".

Su voz se corta y él toma aliento. "Todavía es duro hablar de eso".

Él recuerda que la cara y la boca de ella estaban azules y como sus ojos no se movían. Recuerda que llamó al 911 y comenzó a aplicar RCP, y el "horripilante" sonido de asfixia que ella hizo, lo cual pudiera haber sido su último aliento. También recuerda al vecino que ayudó, a los paramédicos que llegaron con un desfibrilador y la alegre noticia de que la habían resucitado.

Lynn no recuerda nada de eso.

Ella tiene un recuerdo vago del viaje de la tienda a casa, un vislumbre del destelleo de las luces de la ambulancia que la llevó al hospital y que al despertar ese día recibió la noticia que había sufrido un ataque al corazón que provocó a un paro cardiaco. Además, se enteró de que su esposo la había salvado.

"Él estuvo muy consciente, muy alerta y muy heroico durante todo eso", dijo ella. "Y yo estaba muerta".

Esas experiencias entrelazadas, pero a la vez separadas, distinguen al paro cardiaco de otras enfermedades potencialmente mortales, dijo el Dr. Sachin Agarwal director del programa neurocardíaco en el Hospital NewYork-Presbyterian/Centro Médico Columbia University, en Nueva York.

El paro cardíaco es un fallo eléctrico que hace que el corazón deje de latir repentinamente. Puede deberse a un ataque cardíaco, que es cuando el flujo sanguíneo al músculo cardíaco resulta bloqueado. Debido a que la mayoría de los paros cardíacos ocurren en el hogar, los familiares son a menudo los rescatistas iniciales.

Para ellos, presenciar un paro cardíaco es un momento que cambia la vida. "Estabas llamando al 911", dijo Agarwal. "Ahora estás proporcionando RCP. Te preocupas por tus hijos que duermen en la otra habitación y por lo que sucedería si entran y ven que se está resucitando a su ser querido".

La Dra. Cynthia M. Dougherty, profesora subvencionada Charles y Gerda Spence de Enfermería en la Facultad de Enfermería de la Universidad de Washington, dijo que "ver a tu ser querido muerto y tener que resucitarlo, o ver a alguien resucitarlo, es un suceso muy traumático para los cuidadores".

Y puede que esto solo sea el comienzo del trauma, dijo Dougherty, que también es profesora en la división de cardiología de la facultad médica de la universidad y una enfermera de práctica avanzada en el Centro Médico de la Administración de Veteranos de Seattle. Ella comenzó a investigar sobre los supervivientes de paros cardíacos y sus familias en la década de los 90 y fue coautora en el 2020 de una declaración científica de la American Heart Association sobre la supervivencia de un paro cardiaco.

"Para los cuidadores y cónyuges lo más aterradora durante la hospitalización es si el paciente podrá siquiera despertar", dijo ella. A nivel nacional, solo el 9.3% de los adultos cuyos paros cardíacos ocurren fuera de los hospitales y son atendidos por trabajadores de emergencia superviven, según las estadísticas de la AHA. Pero incluso aquellos que superviven podrían estar inconscientes durante días.

Mientras los seres queridos esperan, dijo Dougherty, tienen que preguntarse no solo si la persona vivirá, sino también, en caso de que así sea, si quedará neurológicamente discapacitada.

"Los primeros días son muy pero que muy duros", dijo ella.

Y probablemente la persona que sufrió el paro cardiaco no recordará nada de esto.

"Hay casos en los que al paciente hay que recordarle una y otra vez, durante varias semanas o incluso algunos meses después de regresar a casa, que fue lo que sucedió exactamente", dijo Dougherty. "Porque la única referencia que tendrán es la historia que alguien les contará".

Muchos supervivientes desarrollan trastorno de estrés postraumático, TEPT, que puede conducir a sueño interrumpido y otros problemas de salud cardiovascular. Un estudio de Agarwal del 2019 publicado en la revista Critical Care Medicine mostró que los supervivientes que desarrollaron síntomas de TEPT tuvieron un riesgo considerablemente más alto de otros eventos cardiovasculares o de muerte antes de transcurrido un año en comparación con los supervivientes sin síntomas de TEPT.

Los familiares también pueden desarrollar un trastorno de estrés postraumático que "es tan grande o mayor que el de los supervivientes", dijo Agarwal. Los cuidadores, o cosupervivientes, reportan problemas como depresión, falta de sueño y sensación de aislamiento durante años o meses después del suceso.

Pero las raíces del estrés difieren, dijo él. Mientras los cosupervivientes procesan el impacto de lo que vieron, los supervivientes lidian con su tiempo en cuidados intensivos, tratan de procesar cómo sus cuerpos los traicionaron y están atentos a señales que podrían indicar volver a suceder.

A la larga, dijo Dougherty, el enfoque del superviviente se dirige hacia tratar de sanar. "Quieren seguir adelante".

Pero si su pareja todavía está procesando lo que presenció, eso puede conducir a una división.

"A menudo, lo que sucede es que el paciente no se da cuenta a cabalidad de la gravedad del impacto de su paro cardíaco sobre su pareja", dijo Dougherty, al tiempo que la pareja puede temer expresar lo asustado que está y lo terrible que fue la experiencia porque no quiere asustar al paciente.

Esta diferencia en perspectivas puede acarrear problemas que pueden afectar a todos los involucrados. Los cosupervivientes se vuelven sobreprotectores, lo cual limita su capacidad de regresar al trabajo o socializar. Eso, dijo Agarwal, puede conducir a un "círculo vicioso, en el que la mala salud mental conduce a una mala recuperación física, y entonces la calidad de vida de toda la familia se afecta".

El hecho de que los factores están entrelazados, dijo Agarwal, significa que los trabajadores del cuidado de la salud deben tratar no solo a los supervivientes, sino también a sus parejas.

"A menos que los sanes juntos, no va a funcionar", dijo él. "Uno de ellos seguirá afectando las trayectorias de la recuperación".

Las familias han expresado a los investigadores que lo que más les ayuda es recibir explicaciones claras sobre lo que sucedió y lo que es probable que suceda después. "Las personas tienen sed de información porque los equipos médicos, debido a la falta de tiempo, no se comunican suficientemente, y cuando lo hacen, es en lenguaje cargado de jerga médica", dijo Agarwal, que está llevando a cabo una investigación sobre las mejores formas de presentar tal información.

Dougherty ha llevado a cabo investigaciones con la participación de pacientes con un desfibrilador cardioversor implantable, o ICD, que aplican una descarga para prevenir un paro cardiaco. Su trabajo, que contempló un programa que incluyó educación y acceso a personal de enfermería que podía responder preguntas, encontró que cuando tanto los pacientes como sus parejas tuvieron acceso, ambos vieron más beneficios que los pacientes que pasaron por esto solos.

La declaración de la AHA que Dougherty ayudó a redactar señaló la falta de investigación específica sobre muchas cosas que podrían ayudar a los supervivientes y a sus familias. Pero Agarwal dijo que todos los involucrados, incluso los niños, tienen que ser abiertos y comunicativos, y tienen que encontrar las formas de sanar juntos.

"Si tratan de hacerlo independientemente", dijo él, "pienso que no va a funcionar".

Dougherty dijo que las parejas y los pacientes tienen trayectos separados hacia la sanación, y que las parejas definitivamente merecen ayuda, "pero el sistema de cuidado de la salud carece de una manera de ofrecerles apoyo significativo".

Kent y Lynn Wiles concuerdan en que la información fue una parte importante de su sanación.

Lynn pasó solo tres días en el hospital, pero antes de que le dieron de alta, su esposo ya estaba recopilando datos sobre dietas saludables para el corazón. La pareja recibió y revisó los registros completos del tratamiento de Lynn. Kent incluso adquirió una grabación de su llamada al 911.

Durante un tiempo, se beneficiaron de un grupo de apoyo a través de video. Kent también sostuvo sesiones de consejería con un trabajador social clínico. Lynn ha seguido disfrutando de su rehabilitación cardíaca. "Es un lugar feliz", dijo ella.

En estos días, Kent se acogió a jubilación temprana, mientras que Lynn, que ahora tiene 64 años, labora a tiempo completo como recepcionista en una clínica de cardiología del Centro Médico Regional Good Samaritan, y trabaja para los mismos médicos que la atendieron. Cuando se les pregunta, ambos comparten su historia y exhortan a las personas a que aprendan RCP. Se ríen juntos según se corrigen entre ellos sobre los detalles de su experiencia compartida, en la forma que se esperaría que lo hiciera una pareja que ha estado casada por 20 años. También salen a caminar juntos.

Pero sus trayectos siempre serán ligeramente diferentes.

Cada noche, cuando él se sienta en la mesa del comedor para meditar, señala al lugar donde ella cayó. Lynn ha aprendido que, al quitarse sus sandalias, no debe dejarlas cruzadas, porque así fue como quedaron el día en que ella colapsó, y eso lo pone nervioso.

"No confío por completo cuando ella está fuera de la habitación y no está conmigo", dijo Kent. Si se supone que Lynn esté en la casa, él se preocupa si no la ve inmediatamente. "¿Está arriba? ¿Murió otra vez?" Cuando ella duerme, él se da la vuelta y la revisa, "para estar seguro de que todavía está viva".

Cuando Lynn está cortando verduras y Kent ronda a su alrededor, ella tiene que pedirle que se aleje. (Ella está tomando diluyentes sanguíneos, y a él le preocupa que pueda cortarse). Pero ella también deja notas tranquilizadoras, de forma que él sepa si ella salió.

Su hipervigilancia es una forma de tranquilizar sus nervios, dijo Kent, pero las cosas han mejorado con el tiempo. "Supongo que, en cierta forma, estoy afrontando esto cada día. Pero también estoy sintiendo gratitud por ella".

Él ha tenido mucho de eso. "He experimentado una profunda gratitud", dijo él. "Más de la que había experimentado nunca antes".


Artículos de la American Heart Association News

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