Vigile su ritmo cardíaco, pero no se obsesione

Por Michael Precker, American Heart Association News

Elena Brovko/iStock, Getty Images
(Elena Brovko/iStock, Getty Images)

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Probablemente sea bueno mantenerse al tanto de su ritmo cardíaco, pero no tan útil obsesionarse al respecto.

Este es uno de los puntos negativos de la creciente popularidad de los dispositivos portátiles que miden la frecuencia cardíaca constantemente, según la Dra. Tracy Stevens, cardióloga del Saint Luke's Mid America Heart Institute de Kansas City, Missouri.

"Por ejemplo, me ha tocado atender a pacientes que se lastimaron gravemente por haber tratado de revisarse el ritmo cardíaco cuando estaban haciendo ejercicio", agregó. "Sueltan la caminadora y salen disparados al piso".

Aun sin monitor, las preocupaciones pueden tener consecuencias.

"Se presionan demasiado las arterias carótidas para tomarse el pulso, lo que instiga un reflejo que hace bajar la presión arterial, y se desmayan", dijo Stevens. La gente no debe poner "demasiado énfasis en un número".

En un estudio de 2013 publicado en el boletín Heart, en el que participaron casi 3.000 hombres daneses, se encontró que el riesgo de muerte aumentaba en un 16% por cada incremento de 10 latidos por minuto en la frecuencia cardíaca en reposo. Sin embargo, Stevens dice que ella se enfoca mucho más en la alta presión arterial, la obesidad, el fumar y otros factores de riesgo de las enfermedades cardíacas.

"La frecuencia cardíaca es solo parte del cuadro total", mencionó.

El Dr. Patrick Ellinor, director del Servicio de Arritmias Cardíacas del Hospital General de Massachusetts en Boston, calificó la frecuencia cardíaca como una medida "que puede revisarse ocasionalmente, pero que no debe obsesionarnos. Es importante saber que existe un rango amplio de lo que se considera normal".

Para la mayoría de los adultos, una frecuencia cardíaca en reposo queda entre 60 y 100 latidos por minuto, dijo Stevens, y además existen muchos factores que afectan a cada persona en particular. Hay que tomar en cuenta los niveles de esfuerzo, estrés, trabajo, incluso ver las noticias, y la medición de la persona nunca permanece igual.

"Con el tipo de día que vivimos en Estados Unidos normalmente, no tendremos una frecuencia constante de 70 latidos por minuto", dijo. "Será variable. No se preocupe si es de 60 y luego de 80. Su cuerpo está reaccionando a lo que sucede a su alrededor".

En general, los atletas y las personas con buena condición física tienden a tener una menor frecuencia cardíaca en reposo.

"Nuestro corazón nos da lo que necesitamos al latir con mayor fuerza o más rápido", dijo Stevens. "Un atleta podría necesitar tan solo 40 latidos por minuto sin ningún problema ya que su corazón es sumamente eficiente. Por otro lado, tengo un paciente joven con el músculo cardíaco tan débil, que su frecuencia cardíaca es de 130. No puede latir con más fuerza y entonces compensa latiendo con mayor velocidad".

Aun así, las cifras que quedan fuera de lo normal pueden ser señales de advertencia.

"Un pulso demasiado rápido o demasiado lento puede ser señal de una anormalidad o una enfermedad", dijo Ellinor, haciendo referencia al cuento de Ricitos de Oro y Los Tres Osos.

"Si alguien se encuentra en cualquiera de los dos extremos, vale la pena revisarse".

Indicó que una frecuencia cardíaca baja puede ocasionar fatiga o falta de resistencia, haciendo incluso que se requiera un marcapasos. Un pulso demasiado rápido podría ser indicio de hiperactividad de la tiroides o fibrilación atrial, un ritmo cardíaco irregular que puede provocar un ataque cerebral, insuficiencia cardíaca y otras complicaciones.

Stevens recomienda revisarse la frecuencia cardíaca y la presión arterial mensualmente, "para que sepa lo normal en su caso. Ya si encuentra algo fuera de rango, sabrá que hay que darle atención".

Muchas personas se enfocan en su ritmo cardíaco como indicador de lo eficaz que son al hacer ejercicio. La fórmula general para calcular la frecuencia cardíaca máxima es 220 menos la edad, y muchas personas miden la intensidad de su entrenamiento en función de lo cerca que lleguen a ese máximo.

Durante el ejercicio de intensidad moderada, la frecuencia cardíaca objetivo de una persona es de entre el 50% y el 70% de su frecuencia cardíaca máxima. En una persona de 40 años, eso es de 90 a 126 latidos por minuto. Durante la actividad vigorosa, la frecuencia cardíaca objetivo es de entre el 70% y el 85% de la máxima, es decir, de 126 a 153 lpm a los 40 años.

"Para llegar a un estado de forma máximo, es necesario aumentar la frecuencia cardíaca, pero no al máximo", afirma Ellinor.

Stevens está de acuerdo, y por eso no es partidaria de que los deportistas se fijen demasiado en su ritmo cardíaco, ni de que los gimnasios muestren la cifra de cada persona en una pantalla grande como incentivo para esforzarse más.

"No es necesario que compare su ritmo cardíaco con el de los demás", añadió. "Quiero que sude, pero quiero que pueda decir una oración completa sin quedarse sin aliento. De todas formas, obtendrá un buen entrenamiento y efectos fisiológicos sin correr y correr como hámster loco".

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