La pérdida de la función ejecutiva con el envejecimiento puede dificultar el aprendizaje de nuevas habilidades

Por Laura Williamson, American Heart Association News

Maskot a través de Getty Images
(Maskot a través de Getty Images)

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La tecnología está dirigida a hacer que nuestras vidas sean más fáciles y eficientes. Las personas pueden programar el pago automático de sus facturas, pedir alimentos y descargar películas directamente en sus teléfonos o tabletas. Hasta pueden pedirle a una asistente virtual que lo haga todo por ellas.

Pero para poder llevar a cabo estas tareas diarias se requiere aprendizaje continuo, debido a la continua actualización, además de la creación, de sistemas operativos y aplicaciones. Esto puede ser difícil –y estresante– para los adultos mayores, quienes tienen problemas para mantenerse al día con los cambios según comienzan a perder las habilidades cognitivas necesarias para aprender algo nuevo.

En términos generales, las habilidades de funciones ejecutivas son aquellas que permiten a las personas aprender, planificar y manejar tareas cotidianas. Un componente clave de la función ejecutiva es la memoria de trabajo –la capacidad de retener información nueva de forma que el cerebro pueda trabajar con ella mientras ejecuta o aprende una tarea. Los estudios han mostrado que la memoria de trabajo declina con la edad, pero la magnitud de esta disminución depende de cada persona.

Cuando la memoria de trabajo declina, "evidentemente es más difícil aprender algo nuevo", dijo el Dr. Vladimir Hachinski, un distinguido profesor universitario del departamento de ciencias neurológicas clínicas en la University of Western Ontario, en Canadá.

"El proceso de toma de decisiones también se enlentece", dijo él. "El tiempo de reacción disminuye y las personas no pueden pensar tan bien".

Eso puede deberse a la pérdida de "alerta", una función cognitiva que prepara al cerebro para recibir información nueva, dijo João Veríssimo, un asistente profesor de la Universidad de Lisboa, en Portugal. Veríssimo fue el autor principal de un estudio del 2021 publicado en la revista Nature Human Behaviour que encontró que algunos tipos de funciones cognitivas eran más susceptibles a declinar con la edad que otros.

Veríssimo y sus colegas encontraron que la más susceptible a declinar era la alerta. "A los adultos mayores les toma más tiempo responder a las indicaciones", dijo él.

Es tanta la información nueva que les llega continuamente que a los adultos mayores se les hace difícil evaluar qué es legítimo, dijo Hachinski. "Por este motivo son más vulnerables a fraudes".

Hachinski dijo que una de las mejores cosas que las personas pueden hacer para prevenir la pérdida de las habilidades de las funciones ejecutivas es mantener un buen control de la presión arterial.

La hipertensión, o presión arterial alta, es un factor de riesgo de consideración para la demencia. Los estudios muestran que incluso tiene una correlación más alta con la pérdida de la función ejecutiva que con la memoria. Las personas de raza negra, quienes experimentan hipertensión más grave y a edades más tempranas que sus coetáneas blancas, tienen dos veces más probabilidades que las personas de raza blanca de experimentar declives cognitivos según envejecen, sugiere la investigación.

Los niveles más altos de educación también pueden ayudar a proteger contra el declive cognitivo, dijo Veríssimo. Un estudio del 2018 del cual él fue coautor encontró que, según envejecían, los hombres tenían declives más pronunciados en la memoria de trabajo que las mujeres, y que entre más educación tenían las mujeres, mejor era su memoria de trabajo.

"Si ya tienes más años de estudios, tendrás menos declive en la memoria de trabajo", dijo él.

Una vez que la memoria de trabajo se pierde, no hay evidencias de que pueda recuperarse, dijo Michael Ullman, un profesor del departamento de neurociencia de Georgetown University, en Washington, D.C. Pero el estudio del 2021 del cual él fue coautor con Veríssimo encontró que tal vez sea posible mejorar otros aspectos de la función ejecutiva que pueden ayudar con el aprendizaje, como la capacidad de bloquear distracciones, al menos hasta que una persona llegue a sus 70 años.

"Las áreas en las que encontramos mejoras son aquellas susceptibles de practicar", dijo Veríssimo. "Estas son cosas en las que mejoramos mientras más frecuentemente las hacemos".

Por ejemplo, dijo él, se ha demostrado que aprender un idioma extranjero y mantenerse socialmente activo ayuda a conservar la función cognitiva.

"Como la evidencia hasta el momento sugiere que algunos aspectos de la función ejecutiva pueden mejorar mediante la experiencia, y otros no, tiene sentido enfocarse en aquellos que se pueden mejorar", dijo Ullman.


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