Fumar daña el cerebro y aumenta el riesgo de padecer demencia, pero no si se deja de fumar

Por Laura Williamson, American Heart Association News

Sean Gladwell/Moment, Getty Images
(Sean Gladwell/Moment, Getty Images)

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Todos saben que fumar es nocivo para el corazón y los pulmones. Sin embargo, el daño que se produce en el cerebro suele recibir menos atención de la que debería, tanto por parte de los fumadores como de los profesionales del ámbito de la salud.

Los investigadores dicen que eso tiene un costo elevado.

"Sabemos que el tabaquismo perjudica a todos los órganos del cuerpo humano", afirma Adrienne Johnson, científica adjunta del Centro de Investigación e Intervención sobre el Tabaco de la Universidad de Wisconsin, en Madison. "El cerebro no es una excepción".

Los fumadores tienen un riesgo significativamente mayor de padecer demencia y muerte relacionada con la demencia. La Organización Mundial de la Salud calculó en 2014 que un 14% de los casos anuales de demencia a nivel mundial podría atribuirse al hábito de fumar. En general, las personas que fuman actualmente tienen probabilidades un 30% mayores de desarrollar demencia y un 40% mayores de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, según un análisis de 2015 de 37 estudios diferentes publicado en el boletín PLOS ONE. Asimismo, cuanto más fuma una persona, mayor será el riesgo: por cada 20 cigarrillos diarios, el análisis mostró que el riesgo de demencia aumenta un 34%.

El tabaquismo también aumenta el riesgo de sufrir un ataque cerebral. Las personas de raza negra, que tienen un mayor riesgo de sufrir un ataque cerebral que las de raza blanca, corren el doble de riesgo de sufrirlo si fuman.

Por otro lado, los estudios demuestran que dejar de fumar puede ayudar a eliminar el riesgo elevado de padecer daños cerebrales. Dejar de fumar es uno de los siete cambios en el estilo de vida, denominados Los 7 Pasos, que, de acuerdo con las investigaciones, mejoran la salud cardíaca y cerebral.

Dejar de fumar en cualquier momento ayuda, pero entre más pronto mejor, indicó Jennifer Deal, profesora asistente de epidemiología de la Escuela Bloomberg de Salud Pública en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore. Deal dirigió un estudio en el que se descubrió que el mayor riesgo de demencia de los fumadores disminuía con el tiempo cuando dejaban de fumar, llegando a un punto después de nueve años en el que no era mayor que el de las personas que nunca habían fumado.

"El mensaje que se desprende de nuestra investigación es que cuanto antes mejor", dijo Deal. "Dejar de fumar a mitad de la vida es mejor que hacerlo más tarde, pero es beneficioso dejar de fumar en cualquier momento".

Lamentablemente, las personas tienen menos probabilidades de dejar de fumar al ir avanzando de edad, dijo Johnson, cuya investigación se centra en encontrar las formas más eficaces de ayudar a los adultos mayores de 50 años a dejar de fumar. Aproximadamente el 17% de las personas de 45 a 65 años fuma, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), lo que supera el promedio nacional del 14% para todos los adultos mayores de 18 años. Además, los fumadores de mayor edad son más propensos a fumar a diario y menos dispuestos a intentar dejarlo que los más jóvenes.

"Los médicos tienden menos a aconsejarles que dejen de fumar", dijo Johnson. Cuando lo hacen, es menos probable que les ofrezcan opciones para dejar de fumar basadas en pruebas, como parches de nicotina, medicamentos y otros productos que han demostrado duplicar o triplicar las posibilidades de que una persona deje de fumar con éxito.

"Lo más común es que las personas traten de dejar de fumar de un día para otro", dijo. Eso también es lo menos eficaz.

La buena noticia es que cuando los adultos mayores recurren a opciones comprobadas para dejar de fumar, éstas funcionan, dijo Johnson.

Incluso, la cobertura del seguro, que incluye tanto el asesoramiento como los medicamentos, aumenta las posibilidades de ese éxito, según un informe publicado en 2020 por el Cirujano General de Estados Unidos. La investigación realizada en ese informe demostró que esa "cobertura integral" aumenta la tasa de personas que intentan dejar de fumar, incrementa la probabilidad de que los fumadores reciban tratamientos para la dependencia durante una consulta con su médico y eleva las probabilidades de que dejen de fumar exitosamente.

Las personas con enfermedades mentales también son más propensas a fumar y a tener más dificultades para dejar de fumar sin ayuda, dijo Johnson.

Las tasas de tabaquismo entre las personas con trastornos del estado de ánimo, ansiedad y déficit de atención/hiperactividad y otros trastornos de salud mental son de dos a cinco veces superiores a las de la población general, y las investigaciones sugieren que el tabaquismo puede incluso influir en la evolución de tales enfermedades. Aproximadamente 1 de cada 4 adultos en Estados Unidos tiene algún tipo de problema de salud mental. En conjunto, este grupo fuma casi el 40% de todos los cigarrillos que consumen los adultos en este país, según los CDC.

"Las personas con enfermedades mentales, como la depresión o el trastorno bipolar, son más propensas a tener antojos cuando dejan de fumar", dijo Johnson; "eso hace que necesiten medicamentos para minimizar los antojos y asesoramiento para ayudarlos a afrontarlos".

Johnson aconseja a todos los fumadores que llamen al 800-QUIT-NOW (800-784-8669) para que los pongan en contacto con la línea de ayuda para dejar de fumar de su estado y que consulten a un médico para encontrar el programa para dejar de fumar más adecuado basado en la evidencia. Añadió que "Dejar de fumar ayudará a todo su cuerpo, en particular a su cerebro, a medida que envejece. Nunca es demasiado tarde".

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