La sandía es un alimento básico del verano. Pero, ¿qué se esconde detrás de la dulzura?

Por Michael Merschel, American Heart Association News

RyanJLane/E+, Getty Images
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Tanto si se sirve como bocado en una reunión familiar se usa como accesorio cómico de un acto nocturno, las sandías y la diversión parecen ir de la mano. Sin embargo, ¿qué aporta la sandía desde el punto de vista de la salud?

Se podría decir que cosas fantásticas.

"Definitivamente me impresionan los beneficios que tiene para la salud", dijo Tim Allerton, investigador postdoctoral del Centro de Investigación Biomédica Pennington de la Universidad Estatal de Louisiana en Baton Rouge.

La fruta siempre forma parte de una alimentación saludable. Pero la combinación de nutrientes de la sandía la hace especial, agregó Allerton.

Es una rica fuente de minerales como el potasio y el magnesio. También es una buena fuente de vitaminas C y A (además de betacaroteno, que ayuda a producir esta última), y tiene bastantes cantidades de vitaminas B1, B5 y B6. Todo ello por sólo 46.5 calorías por taza.

La sandía está compuesta en un 92% de agua, lo que sugiere por qué los antiguos pueblos del desierto africano del Kalahari ya transportaban sandías hace 5 mil años. Es un deleite con linaje: en las antiguas tumbas egipcias aparecen versiones de aspecto moderno.

Donde realmente se destaca es en su concentración de ciertos antioxidantes, que regulan los radicales libres que dañan las células del organismo. "Nuestro cuerpo tiene su propio sistema antioxidante, pero la sandía puede aportar un gran impulso desde nuestra alimentación", dijo Allerton. "Es una buena fuente".

El licopeno, que da a la sandía su color rojizo, es uno de esos antioxidantes, junto con las vitaminas C y A. El licopeno también actúa como antiinflamatorio y se ha relacionado con un menor riesgo de ataque cerebral. Es más abundante en los productos de tomate cocido, pero los niveles de licopeno de la sandía son aproximadamente un 40% más altos que los de los tomates crudos.

La sandía también tiene glutatión, que Allerton calificó de "antioxidante versátil y global".

Contiene un alto contenido de un aminoácido llamado citrulina, que ha sido el enfoque de la investigación de Allerton. "La sandía es bastante singular porque no hay muchos alimentos con un alto contenido de esa substancia", señaló.

En un pequeño estudio de 2013 publicado en el Journal of Agricultural and Food Chemistry, la citrulina del jugo de sandía tuvo el mérito de ayudar a aliviar los músculos adoloridos de los deportistas.

La citrulina también se relaciona con la producción de óxido nítrico, el cual es importante para la salud de los vasos sanguíneos. Varios estudios pequeños sugieren que la citrulina del extracto de sandía podría reducir la presión arterial, aunque esos efectos se observaron en personas que comieron el equivalente a más de 1 kilo de sandía al día durante seis semanas.

Esa es una enorme cantidad de sandía. Sin embargo, aparte de la idea general de que excederse en cualquier cosa es una mala idea, Allerton dijo que no hay ningún inconveniente en disfrutarla.

Aunque tiene azúcar natural y un alto índice glucémico –una medida de la rapidez con la que el azúcar entra en el torrente sanguíneo– tiene una baja carga glucémica. Eso significa que su efecto real sobre el azúcar en sangre es pequeño, además de que satisface el apetito más rápido que un plato de galletas, por ejemplo.

Dejando a un lado la nutrición y la ciencia, los aficionados de esta fruta simplemente disfrutan de su sabor. El autor Mark Twain, uno de sus superfanáticos, escribió: "Es el principal de los lujos de este mundo, reina por la gracia de Dios sobre todos los frutos de la tierra. Cuando uno la ha probado, sabe lo que comen los ángeles".

Allerton prefiere comerla directamente, pero añade que el jugo de sandía conserva muchos de los beneficios de la fruta entera porque gran parte de la fruta ya es agua.

Eso hace que la sandía funcione bien en los batidos, o se puede incluir como ingrediente en una salsa tipo pico de gallo con frutas.

Los expertos coinciden en que el secreto para encontrar una sandía madura es buscar una mancha amarilla en la parte de la fruta que estuvo en contacto con el suelo. Si la mancha parece más blanca que amarilla, es posible que la sandía no esté completamente madura. El peso también es un signo de calidad: cuanto más pesada, mejor.

Sin embargo, la mayoría de los expertos dicen que no se puede saber mucho sobre la madurez de una sandía dándole golpes. Así que quizás sería mejor dejarle eso a los cómicos.

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