¿Qué están haciendo los investigadores para frenar la demencia?

Por Laura Williamson, American Heart Association News

Monty Rakusen/Image Source, Getty Images
(Monty Rakusen/Image Source, Getty Images)

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Son palabras que nadie quiere oír: enfermedad de Alzheimer y demencia. A medida que la población envejece, un número cada vez mayor de adultos mayores pierde gradualmente los recuerdos más preciados y la capacidad de pensar y, en última instancia, de realizar incluso las funciones más básicas de la vida diaria.

Los investigadores afirman que las demencias son tan variadas y complejas que siguen existiendo más preguntas que respuestas en cuando al tema de cómo detenerlas.

"Se trata de una condición con múltiples patologías", dijo Cynthia Lemere, expresidenta más reciente del grupo asesor médico y científico de la Asociación de Alzheimer. "Se está llevando a cabo una gran cantidad de estudios en la actualidad".

Aunque hay muchas causas de las demencias, gran parte de la investigación gira en torno al Alzheimer, enfermedad que representa del 60% al 70% de todos los casos. Según la Asociación de Alzheimer, más de 6,2 millones de personas viven con la enfermedad, cifra que se espera que se duplique para 2050.

El gobierno federal gasta unos $3,1 mil millones de dólares anuales en investigaciones del Alzheimer. Otros $250 millones de dólares proceden de la Asociación de Alzheimer, y el año pasado la American Heart Association anunció un proyecto conjunto con Bill Gates, para investigación relacionada con la salud cerebral, así como el apoyo que se brindará a un esfuerzo global de creación de redes entre centros de investigación para acelerar la detección temprana y el tratamiento del Alzheimer y otras demencias relacionadas.

Se están probando muchos medicamentos. Algunos actúan persiguiendo lo que se considera uno de los sellos distintivos de la enfermedad: la proteína beta-amiloide. Cuando esta proteína se acumula en el cerebro, se aglutina formando placas que se adhieren entre las neuronas del sistema nervioso e interfieren en la capacidad de las células para comunicarse.

Lemere ha trabajado durante las dos últimas décadas para lograr una vacuna contra el Alzheimer y en anticuerpos que atacarían las placas amiloides. Ella es profesora asociada de neurología en el Centro Ann Romney de Enfermedades Neurológicas del Hospital Brigham and Women's y la Escuela de Medicina de Harvard en Boston.

Aunque los ensayos han mostrado cierto potencial, comentó que ha sido difícil conseguir cantidades suficientes de anticuerpos para atravesar la barrera hematoencefálica. No obstante, "ya vienen en desarrollo tres o cuatro fármacos de esta clase que parecen prometedores". Este verano, un fármaco dirigido a la placa amiloide recibió aprobación condicional de la Administración de Alimentos y Medicamentos (Food and Drug Administration, o FDA, en inglés) aunque aún se requieren más pruebas para verificar sus beneficios.

Un área de investigación más reciente se enfoca en los fármacos para detener la propagación de una proteína llamada tau, la cual es necesaria para estabilizar la estructura de las neuronas. En los cerebros de las personas con la enfermedad de Alzheimer, la proteína tau cambia su estructura y se aglomera dentro de las células, lo que provoca la formación de ovillos. Los ovillos impiden que los nutrientes y cualquier comunicación se desplacen por las células, las cuales acaban muriendo. Ahí es cuando aparecen los síntomas.

"La enfermedad de Alzheimer no comienza cuando se empieza a ver la pérdida de memoria. Comienza entre 15 y 25 años antes, cuando se están formando estas placas y ovillos", dijo Lemere. "Cuando se tienen ambas cosas durante un largo periodo de tiempo, comienza la neurodegeneración".

Hasta ahora, los investigadores han obtenido los mejores resultados con pacientes que se encuentran en las primeras fases del Alzheimer, dijo Lemere. "Ciertos ensayos clínicos anteriores demostraron que esos fármacos no funcionan bien en personas con enfermedad de Alzheimer de moderada a grave. Si alguien ya perdió el 40% de las neuronas del hipocampo, la eliminación de la placa no las recuperará. Por eso tenemos que seguir encontrando formas de ayudar a los que están en las últimas fases de la enfermedad".

Aún no está claro qué es lo que provoca la acumulación de beta-amiloide. Algunos creen que puede ser una respuesta del sistema inmunitario ante infecciones víricas, como el herpes, o que incluso podría relacionarse con bacterias provenientes de la gingivitis, enfermedad de las encías.

"Parece que el amiloide tiene un rol en proteger al cerebro contra las infecciones", dijo el Dr. Mitchell Elkind, el expresidente más reciente de la American Heart Association. Elkind es profesor de neurología y epidemiología del Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia, en Nueva York.

Cuando una infección ataca al cerebro, la beta-amiloide puede producirse en exceso como parte de una respuesta inmunitaria, agregó. En una de las vías de investigación se plantea la hipótesis de que los agentes antivirales podrían, por ende, prevenir el Alzheimer o ralentizar la progresión de la enfermedad, basándose en la teoría de que "si eliminamos el insulto incitador de la infección, quizá podamos disminuir la cantidad de amiloide. Esa es una posibilidad emocionante".

Podría ser de utilidad estudiar la enfermedad de COVID-19, dijo Elkind. "Para los que estamos interesados en el concepto de que las infecciones pueden empeorar la demencia, COVID proporciona un gran modelo porque tenemos tantos casos de esta enfermedad a nuestro alrededor en estos momentos. Quizás podría ayudarnos a responder a la pregunta de si un virus puede causar un deterioro cognitivo a largo plazo. Aún no lo sabemos".

Cuando los virus y las bacterias activan el sistema inmunitario, también producen inflamación, la cual, según lo que creen los investigadores, contribuye al desarrollo de la placa.

"En la actualidad, la inflamación es uno de los temas más populares en las investigaciones sobre la enfermedad de Alzheimer", indicó Elkind. Los investigadores están estudiando si es posible utilizar agentes antiinflamatorios para alejar los síntomas.

Lemere cree que el enfoque más prometedor puede ser la combinación de fármacos que ayuden a las células inmunitarias del cerebro a realizar su trabajo al tiempo que se reduce la inflamación.

"Esa será la ola del futuro", agregó. "Tal vez un agente antiinflamatorio con un anticuerpo tau para prevenir la neurodegeneración posterior".

No obstante, aun si los investigadores lograran desarrollar fármacos que eliminen las placas amiloides y los ovillos de tau del cerebro, eso no detendrá las otras manifestaciones de demencia, dijo la Dra. Mary Sano, directora del Centro de Investigación de la Enfermedad de Alzheimer del Sistema de Salud Mount Sinai de Nueva York.

Alrededor del 10% de las demencias son vasculares, es decir, se relacionan con ataques cerebrales o con problemas de falta de riego sanguíneo en el cerebro. Otros tienen demencia mixta, que puede ser una combinación de Alzheimer junto con demencia vascular y otros tipos menos comunes.

El centro de Sano trabaja con personas que suelen desarrollar demencias relacionadas con diabetes de Tipo 2 y con factores de riesgo de enfermedades cardíacas, como la hipertensión. Estas "tienen un perfil muy diferente de deficiencias cognitivas". Por ejemplo, las personas con diabetes comienzan con mayores problemas en las funciones ejecutivas, como la capacidad de planificar y organizar. La memoria puede estar menos deteriorada.

Las conductas de estilo de vida siguen siendo una vía importante para prevenir la demencia vascular, dijo. Se ha demostrado que controlar la presión arterial, el colesterol y los niveles de azúcar en la sangre, así como realizar otros cambios en el estilo de vida, como dejar de fumar, hacer ejercicio, seguir una dieta nutritiva y perder peso – métricas que la AHA ha denominada  Los 7 Pasos (Life's Simple 7 en inglés) – ayudan a mantener una buena salud cerebral a medida que se envejece.

Elkind indicó que todos esto se debe comenzar a tiempo. "No es la presión arterial a los 70 y 80 años lo que ocasiona la demencia, sino las medidas que se tenían a los 40 y 50 años".

Una de las mejores cosas que la gente puede hacer es ejercitarse, dijo Lemere. "El ejercicio promueve la buena salud cardiovascular que también se relaciona con la salud cerebral. Es antiinflamatorio y favorece el sueño. La falta de sueño es un factor de riesgo para la enfermedad de Alzheimer, y el ejercicio es una de las principales formas de evitar o reducir el riesgo de padecer demencia".

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