La alimentación, la cultura y el ingrediente secreto para solucionar la falta de diversidad en el ámbito de la nutrición

Por Michael Merschel, American Heart Association News

Bulat Silvia/iStock, Getty Images
(Bulat Silvia/iStock, Getty Images)

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La gente es lo que come; y lo que se come es un reflejo de cada persona: su familia, su historia, sus tradiciones.

Sin embargo, para muchas personas que necesitan orientación sobre la alimentación, encontrar un experto con una formación común puede ser un reto. La mayoría de los dietistas –el 81% de ellos, según la agencia de acreditación de la Academia de Nutrición y Dietética– son blancos. Casi el 94% son mujeres.

Esa falta de diversidad es un problema, afirma Deanna Belleny Lewis, nutricionista diplomada y profesional de la salud pública en Hartford, Connecticut.

"La comida forma parte de la cultura, y no se puede extraer la cultura de la comida, al menos no se debería", afirma Belleny Lewis, cofundadora del grupo sin fines de lucro Diversify Dietetics. "Creemos que necesitamos más dietistas que puedan relacionarse con los diversos clientes y las diversas comunidades a las que servimos".

El mundo académico tiende a abordar la nutrición desde un punto de vista eurocéntrico, añadió. La gente de la quínoa y la col rizada se lleva el protagonismo, mientras que los alimentos de las culturas no blancas se pasan por alto.

El problema se está reconociendo poco a poco en las altas esferas.

Las últimas Guías Alimentarias federales para los estadounidenses reconocen que una dieta saludable debe "reflejar las preferencias personales, las tradiciones culturales y las consideraciones presupuestarias". Un informe de 2019 de la American Diabetes Association dijo que el enfoque de "talla única" para la terapia nutricional no es realista.

Sin embargo, los dietistas, que pueden desempeñar un papel crucial en la enseñanza de los hábitos saludables, a menudo adoptan precisamente tal enfoque.

Ka Hei Karen Lau es dietista titulada y especialista certificada en atención y educación sobre diabetes en la Iniciativa Asiática Americana para la Diabetes(link opens in new window) del Centro Joslin de Boston. La mayoría de sus pacientes son de origen chino. Muchos llegan de otras clínicas con una queja común: "Ellos no entienden los alimentos que como".

Por ejemplo, el arroz. Según Lau, los libros de texto desaconsejan el arroz blanco, y a menudo se propone evitarlo porque su consumo regular puede aumentar el riesgo de tener diabetes de Tipo 2. Sin embargo, "es algo importante en nuestra cultura", dijo Lau, que es originaria de Hong Kong. El arroz está entretejido en la lengua: la gente se saluda preguntando: "¿Ya comiste arroz?". Entonces, la idea de dejarlo parece risible.

En este caso, los antecedentes que comparte Lau la ayudan a decir: "Podemos respetar la tradición, podemos respetar la cultura y trabajar en torno a ella". En lugar de aconsejar a alguien que abandone el arroz, se le puede sugerir que utilice arroz integral, que pruebe con porciones más pequeñas o que lo equilibre con verduras y proteínas.

Whitney Brooks, dietista nutricionista titulada de la Nación Séneca, en el oeste de Nueva York, dijo que los dietistas que carecen de conciencia cultural también pueden pasar por alto las raíces profundas y sistémicas de los problemas.

De acuerdo con los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades los nativos americanos tienen las tasas de diabetes más altas entre los grupos raciales y étnicos de Estados Unidos. Los libros de texto de dietética hacen hincapié en la elección individual y en comer menos, pero Brooks dijo que "muchas de esas cosas no corresponden cuando no se entiende el trauma de la historia". No hay modo de evitar eso en la población nativo americana".

Al ser expulsados de sus tierras, los indígenas perdieron algo más que el territorio. Los alimentos tradicionales fueron sustituidos por raciones gubernamentales que incluían harina blanca procesada, aceite y carne de cerdo salada.

"Esto pone en contexto histórico las elevadas tasas de diabetes a las que se enfrentan las comunidades nativas", dijo. "No es cuestión de decir que la gente está seleccionado cosas nocivas por su cuenta. Venimos de un lugar en el que no teníamos elección. Fue caso de supervivencia".

Tanto ella como Belleny Lewis dijeron que las universidades deberían mejorar la contratación de dietistas de diversos orígenes. Brooks, cuyo camino hacia la licenciatura duró una década, dijo que fue defendida y asesorada por personas que vieron su valía cuando los profesores tradicionales no lo hicieron.

Para ayudar a cambiar el sistema a corto plazo, dijeron, los profesionales del ámbito de la salud pueden practicar la "humildad cultural".

El concepto enfatiza la perspectiva del paciente, dijo Belleny Lewis, y requiere una constante autorreflexión y autoconciencia por parte del clínico. "Es reconocer que sí, todo el mundo tiene prejuicios, pero ¿cómo se pueden desaprender esos prejuicios?

"Creo que la parte de ser un profesional culturalmente humilde es saber que si no conoces los alimentos, hay que permitir que la gente te los describa", comentó. La humildad significa que, en lugar de rechazar esos alimentos sin más, un dietista podría decir: "Hábleme de eso", y luego encontrar la manera de que formen parte de una dieta saludable.

Se requiere valentía para desaprender los perjuicios, dijo Lau. También puede ser divertido. La clínica de Lau se centra en los estadounidenses de origen asiático, pero eso le permite explorar muchos países, culturas y matices. Así que se educa leyendo y probando restaurantes desconocidos. "Tengo amigos de todas esas culturas diferentes", y es "descarada" a la hora de preguntarles acerca de sus elecciones.

"Todavía estoy aprendiendo", dijo Lau. "Creo que todos aún estamos aprendiendo. Incluso la gente de color, todavía estamos aprendiendo".

Puede reducirse simplemente a la empatía. Brooks recordó a una paciente negra de clase trabajadora que hacía malabares con dos trabajos y una familia. Después de que Brooks la elogiara por todo lo que estaba haciendo, la mujer rompió a llorar y se abrió a la idea de que era hora de cuidarse.

Brooks adapta sus consejos a los antecedentes del paciente. Suele hacer hincapié en una dieta basada en plantas, pero sabe que en la Nación Navajo muchas personas carecen de agua corriente. "Entonces, ¿cómo puedo decirles: 'Oh, sí, cultiven su propio jardín'"? Del mismo modo, no le diría a alguien de la cultura inuit, basada en la caza, que se hiciera vegano.

"Se pueden tener todos los mejores conocimientos, saber todo acerca de todo, pero si no se sabe cómo relacionarse a un nivel profundo con esa persona, sea quien sea, va a ser difícil comunicar esas ideas", dijo. "Especialmente si se abordan temas relacionados con el cambio, sobre todo el cambio de dieta, que es algo tan personal".

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